Marco Teológico

 

Marco Teológico

CONCEBIMOS LA TAREA TEOLÓGICA COMO UNA TAREA COMUNITARIA

Reconocemos que, creadas a imagen del Dios Trino, las personas son esencialmente seres comunitarios que se realizan y conocen más plenamente cuando el amor marca sus relaciones (con Dios, consigo mismas, con otras personas, con el resto de la creación). Negamos, por ello, que el quehacer teológico sea privativo de especialistas. Aunque reconocemos la importancia del don de la investigación y la enseñanza para la edificación del cuerpo de Cristo, creemos que la reflexión teológica requiere el aporte de todo el pueblo de Dios. La teología tiene que liberarse de su cautividad academicista y del consecuente intelectualismo, y debe constituirse en un instrumento de esclarecimiento y crítica al alcance de toda la Iglesia, que es la comunidad hermenéutica.

ACEPTAMOS COMO BASE DE NUESTRA REFLEXIÓN LA REVELACIÓN DE DIOS...

...en la historia humana y en forma cúlmine mediante Jesucristo, anunciado por los profetas del Antiguo Testamento, hecho persona humana, muerto y resucitado y activo hoy en la historia para completar su obra reconciliadora. El Jesús de la historia es el Cristo de la fe. Su realidad, actualizada por el Espíritu Santo y atestiguada por las Escrituras, hace posible la vida y la misión de la Iglesia. En él, el pueblo de Dios halla el modelo de la nueva humanidad y el poder para un nuevo estilo de vida en armonía con la voluntad de Dios. Tanto la reflexión y el discurso teológico como la vivencia cotidiana de su pueblo encuentran coherencia en Jesucristo. El reconocimiento de su autoridad sobre todas las dimensiones de la vida subvierte todo intento de dualismo entre lo material y lo espiritual, lo secular y lo sagrado y convoca a un discipulado integral y radical.

NUESTRA TAREA TEOLÓGICA ES FUNDAMENTALMENTE UNA TAREA HERMENÉUTICA...

...que demanda una doble lectura: la lectura e interpretación del relato de la acción de Dios y de su pueblo en los contextos dentro de los cuales se generaron las Escrituras y una lectura de los contextos contemporáneos en los cuales sigue encarnándose ese relato. Esta tarea presupone el diálogo con la Palabra escrita en su contexto original y actual, el reconocimiento del aporte de los saberes populares y las diversas disciplinas y, a la vez, la iluminación del Espíritu Santo. Por lo tanto, demanda tanto estudio como oración y obediencia.

EL PROPÓSITO DE NUESTRA REFLEXIÓN ES LA VIVENCIA FIEL DE LAS BUENAS NOTICIAS

Anhelamos que nuestra teología fortalezca la fe de los y las creyentes y les capacite para llevar adelante la misión que Dios ha encomendado a su pueblo. Consideramos que la reflexión teológica genuina tiene como fin la obediencia al Señor en medio de situaciones históricas específicas con todas sus demandas e interrogantes particulares. Por ello, aunque reconoce antecedentes históricos, la labor teológica no es simplemente el aprendizaje o la repetición mecánica de formulaciones teológicas del pasado: consiste siempre en una respuesta creativa, contextual y comunitaria a situaciones nuevas.

NUESTRAS FORMULACIONES TEOLÓGICAS SON NADA MÁS QUE UN BALBUCEO...

...con el cual intentamos poner en palabras lo inefable. Reconocemos que tanto nuestro conocimiento de Dios como nuestras formulaciones tienen sus limitaciones. Ahora vemos en una forma confusa, como reflejos borrosos en un espejo; pero cuando Dios cumpla plenamente sus propósitos, veremos con toda claridad. Ahora solamente conocemos en parte, pero entonces conoceremos completamente, como Dios nos conoce a nosotras y nosotros. El quehacer teológico, por tanto, requiere una postura de humilde receptividad y flexibilidad.

EL FIN ÚLTIMO DE NUESTRA LABOR TEOLÓGICA ES LA ADORACIÓN A DIOS

Reconocemos que tanto el impulso a la reflexión como la búsqueda de obediencia a Jesucristo como Señor de toda la vida son señales de la acción del Espíritu de Dios. El impulso a la reflexión aparece en todas las personas y en todas las culturas. La búsqueda de obediencia es fruto de la respuesta humana al llamado de Dios en Jesucristo. Ambos hallan sentido en la actitud de adoración que provee el marco de referencia más apropiado para la labor teológica.